Siempre dicen que segundas partes nunca fueron buenas, pero en mi caso, no es así...Asi que, aqui os dejo una secuela se curiosidades históricas igual de entretenidas que las primeras...
- ¿Por qué la ropa de mujer lleva los botones al lado contrario que la de hombre?
Cuando los botones aparecieron hacia el siglo XIV, eran muy caros, por lo que únicamente la gente de clase alta podría permitírselo. De ahí que los modistos de la época decidieran poner los botones de las prendas femeninas a la derecha, si miramos el vestido de frente, para que la sirvienta no tuviese problemas a la hora de vestir a su señora (siempre que fuera diestra, por que si no...como que le daba igual)
- ¿De dónde proviene el término "cursi"?
Pues éste proviene de la variación del apellido de una familia francesa, los "Si Cur" que se trasladó a Cadiz, bastante presuntuosa y remilgada. Por lo que, para que los gaditanos, tan jocosos, pudieran hablar de ellos sin problemas y criticarles a despacho, le dieron la vuelta al apellido y formaron la palabra cursi.
- Y...¿la palabra "restaurante"?
Hacia el siglo XVIII, exactamente en el año 1765, un mesonero francés que se apellidaba Boulanger, abrió un local en París, en el cual para atraer a la clientela situó un cartel que decía: "Venid a mi casa, hombres de estómagos cansados, y yo os restauraré". Fue tal el éxito de esta empresa, que desde entonces se utiliza el nombre de Restaurante a los locales que sirven comidas. Es más, debido al éxito de la repostería francesa, el apellido de este hombre designa a las reposterías en el país vecino: las boulangeries...
- Ahora, una de mandar a alguien a... Irse a la porra.
Situémonos en el siglo XVI, en la época en que los famosos Tercios de Flandes eran poco mas que infalibles...
El sargento mayor de cada Tercio dirigía los compases de sus hombres moviendo un gran garrote, una especie de antecedente de la batuta de orquesta que recibía el explícito nombre de porra. Cuando una columna en marcha hacía un alto prolongado, el sargento mayor hincaba en el suelo el extremo inferior de su porra distintiva para simbolizar la parada. En su inmediación se establecía rápidamente la guardia, encargada de custodiar los símbolos más preciados del Tercio: la bandera y el carro donde se llevaban (cuando había) los caudales. También quedaban bajo su vigilancia los soldados arrestados, que durante ese descanso debían permanecer sentados en torno a la porra que el sargento había clavado al principio. Eso equivalía por tanto a enviar a alguien a la porra como sinónimo de arrestarle. Esta irónica locución derivaría en el actual y despectivo ¡vete a la porra!
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