Las mujeres que trabajan muy duro para cambiar las cosas en sus países.
OMAIMA HOSHAN
De Siria. Inspirada en Malala, lucha en contra del matrimonio forzado en los campos de refugiados alentando a las niñas a seguir estudiando.
Omaima Hoshan tenía apenas 11 años cuando la guerra en su país, Siria, la obligó a escapar junto a su familia. Dejaron su casa de Damasco, hasta entonces refugio, y buscaron refugio en Jordania, en el campo de refugiados de Zaatari, donde se concentran más de 80.000 exiliados, el segundo mayor del mundo.
La principal prioridad de esta niña era la de reanudar su educación y encontrar nuevos amigos en el campo. Eso fue en 2013. "Cuando llegué tenía que cursar sexto grado y fue entonces cuando empecé a escuchar que había niñas que se casaban a esa edad, a los 12 o 13 años. Lo vi cuando algunas de mis compañeras venían a clase sólo a despedirse, porque se iban a tener que quedar en casa con sus maridos. Recuerdo haber pensado que estaban cometiendo un gran error, incluso antes de saber exactamente sus razones", relata Omaima, que ahora tiene 15 años, al personal del ACNUR que gestiona el campo.
El tema preocupaba a la niña, pero se convirtió en incomprensible cuando el problema cobró nombre propio, el de Basma (nombre falso) una de sus amigas más cercanas, que le anunció que iba a contraer matrimonio con 14 años. "Estábamos siempre juntas, ella era una de las mejores alumnas de nuestra clase", recuerda Omaima. "No quería casarse, pero sus padres pensaron que era la mejor opción para ella". No pudo convencerla de que se estaba equivocando.
Como es el caso con la mayoría de los matrimonios precoces, Basma dejó la escuela después de la boda y su amiga Omaima no la vio más. Ese episodio hizo que la pequeña damasquina tomase una resolución: ella no iba a sufrir esa suerte y, además, tenía que tratar de detener que se dieran nuevos casos en el campo.
Su madre le entregó Yo soy Malala, la biografía de la Premio Nobel de la Paz Malala Yousafzai, atacada por los talibanes en Pakistán por ser una defensora de la educación para niñas y mujeres, y el libro se convirtió en su guía, en lo que quería transmitir a sus amigas y compañeras.
THERESA KACHINDAMOTO
Jefa del distrito de Dedza, Malawi.
En los tres años que lleva como jefa del Distrito Dedza, Theresa Kachindamoto ha roto 850 matrimonios de menores y prohibido las prácticas de iniciación sexual en niñas.
Según un informe de 2012 de las Naciones Unidas, más de la mitad de las niñas menores de 18 años están casadas en Malawi. Además, el país ocupa el puesto número 8 entre los 20 con el más alto porcentaje de matrimonios infantiles. La Jefa Kachindamoto está cambiando estas cifras, anulandolos y enviando a los y las menores de nuevo a la escuela.
Aunque los matrimonios de menores de 18 años son ilegales desde 2015 en Malawi, los niños siguen casándose por «cutomary law», es decir, con consentimiento paterno y con el apoyo de líderes tribales.
Kachindamoto cree que con una educación la mujeres pueden tener mejores vidas. Las medidas que ha adoptado han contribuido a conseguir un cambio positivo en su región, y solo es el comienzo.
"Si las niñas reciben educación, podrán tener todo lo que quieran"
BALKISSA CHAIBOU
De Nigeria.
También lucha contra los matrimonios forzados en su comunidad desde el momento en que se negó a casarse con un primo, designado por su familia.
"Cuando era pequeña, soñaba con ser médico: cuidar de las personas, usar la bata blanca. Ayudar a las personas", afirma.
Y el matrimonio con su primo, que había llegado con su padre desde la vecina Nigeria, lo haría imposible.
"Me dijeron que si él se casaba conmigo yo no podría estudiar más. Para mí, mi pasión está en estudiar. Realmente me gusta estudiar. Fue entonces cuando me di cuenta de que mi relación con él no funcionaría bien".
"Mi consejo es que luchen y estudien, pues es la única esperanza para las niñas"
LAS BLACK MAMBAS
Son mujeres que se unieron en 2013 para trabajar contra la caza furtiva de animales, patrullando a pie 20 km diarios por el Parque Nacional Kruger, hogar de rinocerontes, leopardos, leones, elefantes y otros animales.
La unidad está compuesta por 26 miembros, principalmente mujeres, y ya han sido premiadas por el Programa Ambiental de las Naciones Unidas con su mayor reconocimiento del medio ambiente.
“Sus éxitos son el resultado de su impresionante valor y determinación que las hacen diferentes en la comunidad”. “Las Black Mambas son una fuente de inspiración no sólo a nivel local, sino en todo el mundo para todos los que trabajan para eliminar el comercio ilegal de animales”, explicaba el director del Programa Ambiental de las Naciones Unidas.
Han detenido a 6 cazadores furtivos, acabaron con 5 campamentos de cazadores y redujeron en un 76% la técnica principal que usan los cazadores para atrapar animales en la Reserva de Balule.
En la mayoría de los casos, si están casadas, se convierten en el principal proveedor de la familia y lo hacen para dar ejemplo a sus hijos e hijas de que la naturaleza es vital para la vida y hay que preservarla.
Esta organización se mantiene gracias a donativos privados y diversas ONG's.
RITU
Ritu no es africana, es de India, pero merece la pena estar entre estas activistas desconocidas.
Tiene el 90% de su cara quemada por ácido, y lejos de acobardarse y esconderse, lucha para ser aceptada así y luchar contra estas deleznables agresiones.
Junto con Geeta, Neetu, Rupa y la pequeña Dolly son cinco de esos casos que ejemplifican la lucha contra una lacra que se repite en la India de forma sistemática y que destroza la vida de jóvenes convirtiéndola en el calvario anímico de tener la cara desfigurada por el ácido. Y juntas abrieron un café, el Sheroes Hangout, muy cerca del Taj Mahal, en la ciudad de Agra.
Es un café como otro cualquiera, pero tiene una característica que hace que este lugar sea muy especial…sus dueñas son todas mujeres y todas han ganado una gran batalla.
Todas, fueron víctimas de ataques con ácido…
Y a pesar de eso, han salido adelante, salvado su vida, y realizandose como mujeres emprendedoras.
Además, esta organización (la asociación de victimas de acido que les ayudó a abrir el café) está haciendo una labor maravillosa y, gracias a su trabajo, se está conociendo día a día la realidad de estas víctimas, logrando que poco a poco, se puedan prevenir ataques y ayudando a rehacer las vidas de quienes han sido víctimas de ellos.
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