La reina antiimperialista
Ranavalona I fue una reina de Madagascar que gobernó desde 1828 hasta 1861. Nacida como Rabodoandrianampoinimerina (Ramavo) alrededor de 1782, ascendió al trono tras la muerte de su esposo, el rey Radama I.
Ranavalona llegó al trono mediante un golpe de estado cuidadosamente planeado. Tras la muerte de Radama I, eliminó a sus rivales políticos y familiares del rey fallecido para asegurar su posición. Se proclamó reina el 1 de agosto de 1828, adoptando el nombre de Ranavalona I.
Durante su reinado de 33 años, Ranavalona I se caracterizó por una importante protección de la cultura malgache, pues se opuso firmemente a la influencia extranjera, especialmente europea, en Madagascar. También llevó a cabo la persecución del cristianismo ya que expulsó a los misioneros británicos en 1835 y prohibió la práctica del cristianismo. Promovió una modernización selectiva, ya que introdujo avances tecnológicos europeos y una burocracia moderna, mientras defendía las tradiciones locales. Su gobierno, vomo el de tantos otros dirigentes, no estuvo exento de crueldad y represión, pues ejecutó a rivales políticos y opositores de manera brutal, lo que le valió apodos como "la Calígula femenina".
Esta reina es una figura controvertida en la historia de Madagascar. Aunque su reinado estuvo marcado por la violencia y la represión, logró mantener la independencia de Madagascar frente a las potencias coloniales europeas durante décadas, recordemos que el siglo XIX fue el siglo del auge del imperialismo europeo sobre Africa y Asia, ya que las colonias americanas estaban emancipandose. Su política de preservación cultural contribuyó a que hoy en día el 50% de los malgaches mantengan las antiguas creencias que ella defendió.
Ranavalona I falleció el 16 de agosto de 1861, siendo sucedida por su hijo Radama II.
Algunos de los aspectos más relevantes de su política y que contribuyeron a su importancia histórica fue la Defensa de la soberanía, para lo que implementó políticas de aislamiento y resistió la influencia y el control de potencias coloniales como Francia y Gran Bretaña, lo que fortaleció la soberanía de Madagascar. También protegió la cultura, siendo una firme defensora de las tradiciones y la religión local, prohibiendo el cristianismo y persiguiendo a los conversos para evitar la “occidentalización” de la sociedad malgache. Consolidó el poder eliminando a rivales y opositores con métodos crueles, asegurando la estabilidad de su reinado y la continuidad del reino Merina.
Como podemos ver, su persona y legado no están exentos de controversia, pues su gobierno incluyó genocidio y nacionalismo. Mientras algunos la consideran una déspota sanguinaria, otros la valoran como una figura antiimperialista que protegió a su país del expolio colonial.
A nivel demográfico y social sus políticas tuvieron un fuerte impacto ya que provocaron la muerte de cientos de miles de personas, la captura de más de un millón de esclavos y el despoblamiento de algunas regiones, lo que dejó una huella profunda en la sociedad malgache.
Con estas medidas logró mantener a Madagascar independiente de Francia y Gran Bretaña, aunque a costa de una fuerte represión interna y el aislamiento internacional. Aunque bueno, tampoco hizo nada que los tropecientos mil dictadores que han existido en la historia no hayan hecho antes o después. Por ser mujer no es ni mejor ni peor. Fue una dictadora más.
WEB Y BIBLIOGRAFÍA:
Bechtloff, D. (2001). "Comercio, plata y prestigio social en el Madagascar precolonial" en Contribuciones desde Coatepec, (1), 72-88.
Laidler, Keith (2005). Female Caligula: Ranavalona, the Mad Queen of Madagascar. Londres: John Wiley & Sons.
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