Todo el mundo sabemos, y si no lo sabes yo te lo cuento, que Jane Eyre es una obra protofeminista o feminista del to, muy estupenda; de hecho, Charlotte Brönte, su autora, lo era, de ahí esta obra. (Utilizando la palabra actual como concepto para abreviar, por supuesto)
Sí que se puede decir que Brönte en su obra defendía conceptos feministas y criticaba cuestiones de la sociedad patriarcal de su época.
A mí me ha apasionado toda la obra hasta el punto de la compulsividad y la adicción.
Y, aunque ya hay mil estudios sobre el tema, he aquí algunas de mis reflexiones, solo comentaré las cuestiones que más me han llamado la atención, porque se podrían hacer -y se han hecho- mil análisis de la obra.
Sin perder de vista el contexto histórico de la autora y su obra, época victoriana, siglo XIX, en la que una de las corrientes literarias imperantes era el romanticismo (el decimonónico), que es en la que se inserta esta obra, aunque también contiene algunos elementos de la novela gótica. En esta obra, Jane Eyre, Charlotte Brontë ofrece una mirada compleja y bastante diferente sobre el arquetipo masculino de esta literatura romántica.
En la figura del señor Rochester, la novela juega con los estereotipos del "hombre oscuro y atormentado" que suele aparecer como el interés romántico, pero a la vez los transforma. Aunque al inicio se le presenta como un personaje severo, borde, brusco y con cierto halo enigmático, su fondo revela ternura, vulnerabilidad y un deseo genuino de amar y ser amado.
En muchas historias del siglo XIX —y aun hoy en relatos contemporáneos— se repite la figura del chico malo: un hombre dominante, temperamental, incluso cruel, que despierta la pasión de la protagonista femenina. Este modelo, fuertemente ligado a estereotipos machistas, idealiza relaciones basadas en la sumisión, la toxicidad y el sacrificio de la mujer bajo la promesa de "redimir" al hombre a través de su amor. (Os suena este estereotipo del amor romántico??)
El peligro de este tipo de representación es que normaliza dinámicas de poder desiguales y perpetúa la idea de que la mujer debe tolerar sufrimiento para alcanzar un final feliz.
En cambio, el señor Rochester, a pesar de encajar a primera vista dentro de ese molde, se diferencia en aspectos fundamentales. Su rudeza inicial esconde una búsqueda de autenticidad y de conexión emocional real, en este caso con Jane. Brontë no lo reduce a un objeto de deseo salvaje e inalcanzable, sino que lo construye como un ser humano con contradicciones, capaz de mostrar debilidades y reconocer errores. Este matiz lo distancia del rol de "macho dominante" y lo acerca a una figura más compleja, que evoluciona hacia una relación íntima construida sobre la igualdad.
Un ejemplo claro de esta evolución es cuando Rochester confiesa su pasado y su relación con Bertha Mason, mostrando vulnerabilidad y arrepentimiento. Esto demuestra que Rochester es capaz de reflexionar sobre sus errores y buscar redención, lo que lo hace más humano y complejo. Además de evitar la crueldad, dado que el típico y actual "mi ex está loca", en este caso no es así, ella ya venía "loca" de casa, era hija de un linaje femenino con demencias. De hecho, Rochester se negaba a mandarla a un manicomio (lugares insalubres donde maltrataban a los pacientes), y podía haberlo hecho como era práctica habitual cuando los hombres querían deshacerse de alguna mujer durante los siglos XIX y XX. (Y esto, Charlotte lo sabe)
Brönte diseñó a un buen hombre, respetuoso y más igualitario, que cuidó de su esposa de conveniencia, a pesar las circunstancias.
En cuanto a la relación entre Jane y Rochester, no se sostiene en la subordinación de ella, sino en un diálogo mutuo donde Jane defiende su dignidad y su autonomía durante toda la obra. Ella rechaza convertirse en amante secreta o someterse a imposiciones, aun cuando su deseo personal la empuja a estar con él. Este acto de resistencia resalta un modelo alternativo de amor: no basado en el sacrificio femenino, sino en la capacidad de ambos de encontrarse en un plano de respeto y reciprocidad, demostrando su compromiso con sus valores y su autonomía. Esto muestra que Jane no está dispuesta a sacrificar su dignidad y su respeto propio por amor, lo que la hace una protagonista fuerte y empoderada; de la misma manera, que tampoco acepta el matrimonio con su primo John Rivers, dado que no hay amor, y, aunque aceptara irse con él de misionera, solo lo haría conservando su independencia. La independencia femenina es algo muy, pero que muy importante en esta obra.
En este sentido, Jane Eyre subvierte la fórmula del romance pasional tóxico para proponer un amor en el que las dos partes están dispuestas a reconocerse como iguales. Rochester, lejos de encarnar el cliché del hombre malvado que la mujer debe salvar, se convierte en un compañero que debe transformarse a la par de Jane para que la unión sea posible.
Además, otra cosa super curiosa, o al menos a mí así me resulta, y es que las conversaciones de ambos protas, además de seguir el decoro habitual, muestran ciertos toques de sarcasmo y picardía, propios de una pareja que se entiende a la perfección. Por no mencionar la escasa presencia de celos, propios de las relaciones tóxicas.
Se podrían decir mil cosas más, pero yo, me quedo con estas dos. Porque para ser una novela con 200 años, escrita en época victoriana, la autora ya imaginó cosas maravillosas, una nueva masculinidad y una forma de relacionarse y de amor basado en la igualdad.
Feminismo decimonónico, ¡¡¡oiga!!!
Un pequeño apunte: esta obra se ha llevado al cine y televisión una buena cantidad de veces. Yo solo he podido ver las películas de 1996, 2011 y la serie de la BBC de 2006. Y la adaptación de 1983 me llama poderosamente la atención, pero no consigo encontrarla por ningún sitio, así que con las ganas. Total, que de todos los Mr. Rochester que he visto, me quedo con Toby Stephens:
Creo que él encarna mejor esa evolución y personalidad del personaje, mientras que Michael Fassbender no deja ver casi nada de ternura, tiene todo el rato talante de bruto.
La adaptación de 1996 me resulta super escasa, se deja en el tintero las mejores conversaciones.
Aquí os dejo un par de ensayos interesantes sobre la obra:
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